La verdad es que no venía a hablar de esto. Cuando estoy mal, compro, y eso hice ayer. Me vestí y me acerqué a dos de las tiendas donde comprar es una suerte de fase de meditación, la papelería Carranza, en la calle de mismo nombre, y la librería Graphic Book en la calle de La Palma. Quería un bloc de dibujo y algo de información, y aunque tengo de las dos cosas en casa, esas compras debían ejercer su calidad de símbolo.
En Carranza me compré un cuadernillo A-4 Canson de esos de papel de 70 gramos para pintar con rotulador. En Graphic Book di vueltas alrededor de la mesa central hasta encontrar algo que me pudiera ayudar.
Me volví a casa con Cómo ser diseñador gráfico sin perder el alma de Adrian Shaughnessy y la enciclopedia de personajes de Pictoplasma. El primero, una delicia de maquetación a dos tintas, llena de sabios consejos y comentarios que empezaré a reproducir aquí hoy mismo. El segundo, una guía de characters organizados por temas en la más pura tradición de los logos y sus continuaciones dos logos y el reciente tres logos.
Decir que la mañana de compras (en realidad fue poco más de una hora) tuvo su efecto y mañana volveré a enfrentarme a mi dura existencia laboral con energía, motivación y un poquito más de información:
"Sin embargo, a pesar de toda esta abundancía gráfica, la mayor parte del diseño que nos rodea carece de caracter emocional o valor estético. Se limita a estar ahí, obstaculizando las artería de nuestras vidas visuales. Tal como señaló la diseñadora Paula Scher (también de Pentagram) en un artículo publicado en 1994 en el AIGA Journal: "Todos los días , visito supermercados, tiendas, videoclubs y demos entornos que, obviamente no han sido tocados por nuestra comunidad... sólo veo diseño malo pasado de moda y convencional, el tipo de diseño malo anónimo al que hacemos caso omiso porque estamos demasiado ocupados peleandonos por la estética del último cartel de la AIGA". La persistencia del "diseño malo" es una consecuencia de una economía cada vez más competitiva y globalizada, donde el riesgo es anatema, donde predomina el instinto de rebaño y donde la uniformidad es la posición por defecto. Hoy en día es impensable que una poderosa marca mundial contrate a un diseñador moderno, tal como hizo IBM en su momento con Paul Rand, o que una revista comercial vendida en los quioscos se permita la libertad que The Face le dio a Neville Brody en la década de 1980. Las sesiones de grupo y los imperativos del marketing neutralizarían dichas iniciativas desde su nacimiento."
Ahí queda eso. Feliz domingo.
2 comments:
diseño carente de carácter emocional, qué bueno!
esta señora sabe de lo que habla...
se impone una revolución desde arriba, a ver cuando se dan cuenta que hay tácticas, técnicas y métodos de gestión empresarial, de toma de decisiones, y de seleción de valores, muy desfasados!
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